miércoles, 26 de diciembre de 2012

Trabajo final. Las relaciones Estado-Iglesia y el movimiento de los curas obreros

Las relaciones Estado-Iglesia y los curas obreros

Sacerdotes obreros, curas obreros o curas rojos son denominaciones para los sacerdotes católicos que se aproximan al movimiento obrero y viven ellos mismos como obreros, realizando algún tipo de trabajo de baja cualificación. Se les puede considerar como uno de los fenómenos precedentes de la Teología de la Liberación. Esta teoría nació del seno de la Iglesia católica tras el Concilio del Vaticano II y trata de difundir sus ideas que consisten en eliminar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias del mundo.
Los curas obreros representan un movimiento eclesial que nace en Francia en 1944, hasta que en 1959 fue suprimido por el papa Juan XXIII a causa de haberse comprobado que la mitad de ellos había dejado de oficiar misa o ejercer su ministerio. Posteriormente, el papa Paulo VI volverá a autorizar la experiencia y en 1964 se extendió a España.
Los curas obreros en los años 60 y 70 tuvieron sus años de gloria porque eran muy activos en las fábricas con las luchas obreras y sociales pero sin dejar de ser curas. Además, muchos decidieron casarse y no aceptar el celibato impuesto por la Iglesia. Por esas razones, fueron excluidos y marginados de la institución eclesiástica. Los curas obreros decidieron prescindir del salario eclesiástico y de los privilegios que les venían dados para trabajar codo a codo con la clase obrera, desde dentro.
Durante la primera época de la dictadura surgida al final de la Guerra civil, se produce un apoyo total de la Iglesia al franquismo, necesario para el régimen, sobre todo a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. A cambio de su apoyo la Iglesia obtendrá una serie de beneficios.

Posteriormente se irá produciendo una secularización de la sociedad; las transformaciones socioeconómicas iniciadas a finales de los 50 produjeron un deterioro de las mentalidades, actitudes y valores tradicionales. A ello habrá que añadirlas nuevas orientaciones vaticanas (Juan XXIII, Pablo VI y el Concilio Vaticano II de 1962-1965) que supondrán la aceptación por la Iglesia de nuevos principios sociales y políticos y un cambio brusco de sus relaciones con la sociedad y el Estado.
Cardenal Marcelo González

A finales de 1975, cuando se produce el fallecimiento del dictador, en la Iglesia católica española se podían distinguir dos corrientes ideológicas perfectamente diferenciadas: por un lado existía una corriente que se mostraba partidaria del mantenimiento del franquismo, cuyo máximo representante era el cardenal Marcelo González, y por otra parte se manifestaba una corriente renovadora que encarnaba el cardenal Tarancón.



A estas alturas ya se había producido una ruptura de la uniformidad tradicional del catolicismo español motivada por dos acontecimientos singulares, por una parte, la presión ejercida desde abajo es decir, las bases sobre la jerarquía oficial, y por otra parte, el influjo que había supuesto el Concilio Vaticano II, que asumió los presupuestos del Estado democrático y la concepción ético-jurídica de los derechos humanos.

Ante toda esta situación surgió el movimiento de los curas obreros. La comunión entre Iglesia y Estado se forjó a balazos en las primeras décadas de dictadura. Y cuando algunos sacerdotes trataron de plantar cara al régimen, fueron multados y encarcelados en la prisión de Zamora que se inauguró en 1968.
El sacerdote Laureano Molina explicaba que los curas obreros son  los hijos del Concilio Vaticano II. Los que deciden cambiar la sotana por el mono de trabajo. Molina se secularizó asfixiado por una Iglesia que no dejó hueco a los que entendieron el Evangelio como herramienta para ayudar a los pobres. Tras salir de la Iglesia, ejerció de camionero, se casó y tuvo tres hijos.



Molina chocó en la década de 1970 contra el obispo de Zaragoza, Pedro Cantero Cuadrado, procurador en las Cortes, miembro del Consejo del Reino y del Consejo de Regencia. Cantero fue uno de los inquisidores que trató de sofocar el obrerismo cristiano. Decenas de curas fueron multados por desviarse de la doctrina del régimen. Quien no aceptó la multa, no tuvo otra salida que la secularización o el castigo en la cárcel de Zamora.


En 1956-1957 ascendieron los tecnócratas al gobierno, la llegada del Opus Dei y de Juan Pablo II supuso el inicio de la ruptura y la involución actual. Las reacciones de oposición al régimen se manifestaron en distintos frentes, uno de los más importantes fue el de la iglesia. Se inició un proceso de distanciamiento entre la iglesia y el estado a partir del Concilio Vaticano II. Miembros de la jerarquía eclesiástica comenzaron a denunciar la situación de los trabajadores, a la vez que sacerdotes jóvenes y católicos progresistas se acercan al mundo obrero. Poco a poco estos procesos terminarían llevando a España hacia el laicismo y la secularización.

Dividiremos el tema en cuatro puntos diferentes y son los siguientes:

3. La relación Estado-Iglesia en la actualidad.

Relación Estado-Iglesia durante la II República

En la Constitución de 1931 se realizaron varias reformas en la Iglesia. Los partidos republicanos y el partido socialista integrados en el Gobierno Provisional que se formó en España tras la caída de la Monarquía el 14 de abril de 1931 estaban completamente de acuerdo en que uno de los principios básicos del nuevo régimen republicano habría de ser la completa separación de la Iglesia y el Estado poniendo fin así a más de cien años de confesionalidad del Estado.  

Niceto Alcalá Zamora
Pero discrepaban sobre el alcance que debía tener la secularización. A grandes rasgos se puede decir que existían dos propuestas. La minoritaria, liderada por la Derecha Liberal Republicana de Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura que defendía un anticlericalismo o laicismo moderado que propugnaba la secularización del Estado pero no de la sociedad. La postura mayoritaria era la defendida por el resto de partidos republicanos y por el PSOE que pretendían ir mucho más lejos al propugnar un anticlericalismo radical que no sólo abogaba por la secularización del Estado, sino también de la sociedad, justificándolo por el daño que había causado el clericalismo en la historia de España, al convertirse en el principal obstáculo para su progreso y modernización. 

Manuel Azaña


El nuevo Gobierno de Manuel Azaña finalmente establecerá un estado laico, aconfesional y neutral en tema religioso, lo que permitió aprobar los divorcios u matrimonios civiles así como la secularización de los cementerios. La enseñanza pasa a ser pública y laica con la ley de congregaciones, ya que existe libertad religiosa. También se disolvió la Compañía deJesús. 

Tanto la Iglesia Católica como las organizaciones vinculadas a ella reaccionaron enérgicamente contra la solución que se había dado a la cuestión religiosa en la Constitución. Una vez aprobada la los obispos españoles hicieron público a finales de diciembre de 1931 un documento colectivo de protesta por el trato dado a la Iglesia Católica. Por primera vez en la historia del constitucionalismo español se implantó un Estado laico, superando por fin la secular oposición clerical a que se introdujera cualquier medida secularizadora que pudiera poner en riesgo la “unidad católica” de España. 

En 1933 tras las elecciones el presidente de la República, Alcalá-Zamora, encargó formar gobierno al partido Radical (aunque el ganador fue la CEDA) para poder lograr un cierto equilibrio, ya que este partido no tuvo más remedio que aceptar los planteamientos ideológicos de la CEDA para mantenerse en el gobierno. Entre las medidas que se tomaron una de las más importantes fue la conciliación con la iglesia católica, el Estado siguió pagando parte de su sueldo a los sacerdotes mientras los colegios católicos siguieron funcionando con normalidad. 

El comunismo internacional cambia de estrategia, la política a seguir debía pasar por el establecimiento de Frentes Populares, que implicaban la alianza de partidos socialistas y comunistas con burgueses antifascistas, frente al enemigo común. El objetivo es frenar el fascismo. El proyecto frente populista se llevó a cabo en España, pues el del Gobierno, comprometido en sobornos y escándalos financieros, provocó la convocatoria de elecciones para el día 16 de febrero de 1936. 

La conjunción republicano-socialista se preparó para la consulta con la firma de una alianza electoral, o Frente Popular, en la que estarían representadas las izquierdas y gran parte de las fuerzas progresistas. Su programa hacía hincapié en el restablecimiento de la política de reformas del primer bienio. Finalmente el Frente popular ganó las elecciones. Manuel Azaña pasó a ser el presidente de la República, pero no era consciente de la insurrección armada que estaban preparando algunos militares de la derecha. El 17 de julio de 1936 comienza la guerra civil tras el asesinato de Calvo Sotelo.

martes, 25 de diciembre de 2012

La relación Estado-Iglesia durante la dictadura de Franco


En la dictadura de Franco la Iglesia gozaba de una privilegiada, peligrosa y confusa relación con el Estado.
Durante la guerra civil la iglesia siempre se mostró del lado de los sublevados por los beneficios que la derecha siempre le había mostrado, además la zona republicana desató una salvaje persecución religiosa. Durante varios meses bastaba que alguien fuera identificado como sacerdote, religioso o simplemente cristiano militante, miembro de alguna organización apostólica o piadosa para que fuera ejecutado sin proceso.

La Iglesia católica, durante la dictadura, adquirió una profunda complicidad con Franco. La complicidad también se hizo patente en los privilegios que Franco ofreció a la iglesia, a cambio de enaltecer al régimen fascista desde los altares. Se le aportó dinero, exenciones fiscales, estatutos independientes y el monopolio de la enseñanza primaria y secundaria. 

El sector eclesiástico ocupó todos los niveles del poder del Estado: en órganos laborales, sociales, penales y legislativos a través de capellanes, sacerdotes, frailes, curas y monjas en cárceles y hospitales, de consiliarios en el sindicato único, y de obispos elegidos por Franco en las mismas cortes. Ese poder nunca decreció: gracias al franquismo, la iglesia católica española es hoy uno de los principales terratenientes del Estado, la segunda mayor propietaria inmobiliaria que existe en España, tan sólo por detrás del Ministerio de Defensa y por delante de la RENFE. La iglesia católica logró enriquecerse en años de hambruna intensa.

Como podemos observar la Iglesia siempre permaneció del lado del poder y no del pueblo. Como muestra de ello encontramos la terna de obispos que Franco elegía para que uno de ellos fuera elegido finalmente por el vaticano, con esta medida Franco conseguía adentrase en las decisiones eclesiásticas. En 1953 se firmó un Concordato entre España y la Santa Sede que supuso para el Régimen franquista el ansiado "reconocimiento internacional". Y para la Iglesia las concesiones fueron de tal tamaño y profundidad política que lo consideraban como el mejor acuerdo que se había firmado en toda la historia.

En este Concordato se ven claramente reflejados los privilegios que regala el Vaticano a Iglesia Católica española, ya que fue el primer estado que reconoció el Franquismo. Pero desde la celebración del Concilio Vaticano II (1962-1965), las relaciones entre Franco y el papado se volvieron más frías. Desde 1956 comenzó el declive de la política de los católicos, estallaron violentos choques entre estudiantes liberales y falangistas, poco a poco comenzó a surgir una nueva oposición al régimen.

Papa Juan XXIII
 A partir de 1959 comenzó un gran desarrollo económico, se llevaron a cabo los planes de estabilización, se transformaron las condiciones de vida con la llegada de turistas que traían novedades de la vida occidental y de la cultura juvenil surgió una contracultura y la ruptura de lo tradicional. Ante este panorama se llevó a cabo el Concilio Vaticano II con el Papa Juan XXIII. 

El nuevo concordato surgió de la reunión de más de 3000 obispos, los objetivos principales que se querían lograr con la nueva norma eran promover el desarrollo de la fe católica, lograr una reconversión moral de la vida cristiana de los fieles, adoptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los nuevos tiempo y lograr una mejor interrelación con las demás religiones.

El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el Papa Juan XXIII en el otoño de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, (el 3 de junio de 1963). Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965.
Se pretendió que fuera una puesta al día de la Iglesia, renovando los elementos que más necesidad tuvieran de ello, revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. Se quería proporcionar una apertura dialogante con el mundo moderno, actualizando la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemas actuales y antiguos.

Tras la celebración del Concilio surgió una creciente oposición de la Iglesia que estaba del lado del régimen, que se agravó con el nombramiento del Cardenal Tarancón, quién exige la separación entre la Iglesia y el Estado. El Concilio también supuso un crecimiento de las protestas y movimientos contra el régimen franquista.

Un ejemplo es el del Padre José María de Llanos, quién inició una labor apostólica en los barrios obreros marginales del sur de Madrid, con la idea de debilitar la posible alianza entre las revueltas estudiantiles y el movimiento obrero. Inició una profunda labor social encaminada a reivindicar la mejora de la calidad de vida de los más desfavorecidos. En aquellos años logró acercar la Iglesia a los trabajadores.  Se negó a recibir a Franco y se declaró en contra de la Guerra de Vietnam. Repartió alimentos entre los más necesitados, creó una comuna de trabajadores, y, en suma, desarrolló una intensísima labor social que le trajo muchos enemigos.

Tras la muerte del general Franco y el fin de su larga dictadura, la labor del Padre Llanos cobró más importancia si cabe, ya que el nuevo régimen político de España le permitía una absoluta libertad de movimientos. A principios de la década de 1980 surgió la Coordinadora de Barrios, con el objetivo de conducir la labor de la multitud de asociaciones de vecinos que habían ido surgiendo; igualmente surgieron del seno de las paarroquias decenas de colectivos vecinales en los que los "curas obreros" habían estado trabajando siguiendo la estela y el empuje del Padre Llanos.

Antonio Añoveros Ataún fue un clérigo católico español, obispo de Cádiz, Ceuta y de Bilbao. Fue acusado de lanzar ataques subversivos contra la unidad nacional. El nuevo presidente, Carlos Arias Navarro, presionado por la extrema derecha, redujo a Añoveros a arresto domiciliario. No se aceptó ninguna reconciliación y se intentó expulsar a Añoveros de España. El obispo se negó a abandonar el país, alegando que sólo lo haría bajo órdenes directas del papa Pablo VI. Una expulsión forzada hubiera sido considerada una violación del Concordato de 1953, y se llegó a amenazar con la excomunión a Franco por parte del Vaticano. El asunto atrajo mucha expectación y se convirtió en cuestión extremadamente delicada para el Gobierno español. Arias se vio forzado, finalmente, a retirar la orden.

Joaquín Ruiz Jiménez fue ministro de educación en 1954, tras el Concordato de 1953.  Él representa otro ejemplo de personalidades que se opusieron al régimen de Franco. Inició un proceso de reformas de las instituciones docentes, para ello se rodeó de colaboradores liberales. Tuvo que dimitir en 1956 ante las dificultades de su empresa y su enfrentamiento con los elementos más inmovilistas de la dictadura del ejército. 
Durante sus años como ministro fue acercando sus planteamientos políticos a los de la oposición al régimen. Unos disturbios estudiantiles le enfrentaron al ministro de la Gobernación y pusieron al régimen en un aprieto. En 1963, fundó la revista Cuadernos para el Diálogo, foco de protesta de los democristianos avanzados, de los que fue cabeza en los últimos años de la dictadura. En 1975, año de la muerte del general Franco, participó en la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática desde su adscripción a la izquierda de la democracia cristiana.

En la Dictadura de Franco la Iglesia siempre estuvo ligada al poder, por suerte hubo algunas personalidades de la Iglesia que renegaban los privilegios que el poder les ofrecía y trataban de llevar a cabo la labor que debe seguir la Iglesia, la de ayudar a los más necesitados.

La relación Estado-Iglesia en la actualidad



Durante el régimen de Franco no se promulgó Constitución alguna sino que el Ordenamiento Jurídico se articulaba en torno a las llamadas Leyes Fundamentales y, de entre ellas, las referentes a materia religiosa fueron cuatro:
- Fuero de los españoles (1945) que establecía la confesionalidad católica y no permitía otros actos religiosos que no fueran católicos.
- Ley de Sucesión (1947) Estableció el requisito de ser católico entre necesarios para ejercer la jefatura del Estado como Rey o como Regente.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) dictaba que el Estado se comprometía a adoptar su legislación a la Doctrina de la Iglesia Católica. Por tanto, el Estado considera la doctrina católica como Fuente de su propio Derecho y por consiguiente como límite a la legitimidad de sus normas.

- Ley Orgánica del Estado (1967) suponía el enjuiciamiento de la Legitimidad de las Leyes Estatales que se opusieran a la Doctrina de la Iglesia.

En 1967 tras la celebración del Concilio Vaticano II era necesario acomodar la libertad religiosa a un ordenamiento confesional, por esto se creó la Ley de Libertad religiosa que dictaba que el Estado debía asumir la protección de la Libertad Religiosa que será garantizada por una eficaz Tutela Jurídica que a la vez salvaguarda la moral y el Orden Público.

En 1975 falleció Francisco Franco y supuso un gran cambio para la relación entre el Estado y la Iglesia. Un nuevo acuerdo el 28 de Junio de 1976, estableció en su Preámbulo el compromiso del Gobierno y de la Santa Sede de concluir acuerdos parciales que derogasen el Concordato de 1953. Este acuerdo fue el que inició la derogación del Concordato a través de sus dos únicos artículos: En el Art. 1 se renuncia al privilegio de presentación de Obispos. En el Art. 2 se renuncia al denominado Privilegio de los fueros.

En la Constitución que fue aprobada en 1978 se establecen nuevas leyes sobre el papel de la Iglesia en el poder. El artículo 16 dicta lo siguiente:
1.      Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2.      Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3.      Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Con estas nuevas normas el Estado ya no tiene religión oficial, aunque el texto contempla la colaboración del Estado con la Iglesia Católica al ser esta la religión mayoritaria de los españoles.
A pesar de la nueva concepción, el Estado no es laico en su totalidad ya que la religión católica es citada de forma expresa y el texto da a entender que las creencias de la mayor parte de los integrantes de la sociedad española son las mismas que las de la Iglesia Católica.

En 1979 el Gobierno firma unos acuerdos que regulan la relación del Estado y la Iglesia. Estos acuerdos han sido firmados sin el consentimiento de las Cortes y la opinión pública. Los acuerdos establecen la plasmación jurídica del trato de favor a la Iglesia Católica, pues imponen a la sociedad una posición privilegiada de una determinada confesión religiosa: Privilegios fiscales y financiación de la Iglesia por el Estado, subvención a los centros religiosos concertados y oferta obligatoria de la catequesis en los colegios públicos.

Los acuerdos responden a una situación excepcional, propia del proceso de transición de la dictadura a la democracia. También son consecuencias del empeño de la jerarquía católica de imponer su ideología en la sociedad, por lo que necesita mantener los privilegios del franquismo. Los artículos más importantes de los acuerdos son los siguientes:

“El Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa” (Art. II.1), en tanto “La Iglesia Católica declara su propósito de lograr por si misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades. Cuando fuera conseguido este propósito, ambas partes se pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de colaboración financiera expresada en los párrafos anteriores de este artículo, por otros campos y formas de colaboración económica entre la Iglesia Católica y el Estado.” (Art. II.5).

A pesar de que la Iglesia no tenga tanta trascendencia como en la dictadura, es indiscutible que en estos artículos no se terminan de romper los lazos que la relacionan con el Estado.

Con el tiempo los nuevos Gobiernos han ido rompiendo estos lazos con la Iglesia a través de nuevas leyes.
El  22 de junio de 1981, el Congreso de los Diputados aprobaba definitivamente la controvertida ley de divorcio. En votación secreta, impuesta por el PSOE y otros grupos minoritarios, la mayoría de la cámara rechazaba la enmienda de la UCD introducida en el Senado de la llamada claúsula de dureza. Este artículo estipulaba que el juez podía denegar en determinados casos el divorcio, si consideraba que se ejercía un grave perjuicio a alguno de los implicados.

Pocos meses después, en diciembre de 1981, el papa Juan Pablo III publicaba el documento Familiaris Consortio, en el que reafirmaba la postura tradicional de la Iglesia sobre las principales cuestiones relativas al matrimonio y a la familia. En el documento se advertía a los católicos divorciados y vueltos a casar que no se les daría la comunión y se condenaban las uniones libres.

Una de las leyes que supuso un gran cambio difícil de digerir para la Iglesia fue la Ley del Aborto aprobada el 5 de julio de 1985, se despenalizó el aborto inducido en tres supuestos: riesgo grave para la salud física o psíquica de la mujer embarazada, violación y malformaciones o taras físicas o psíquicas, en el feto.
El 10 de Julio de 2005 entró en vigor la Ley 15/2005 por la que se reforman el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio. Varios aspectos de la reforma fueron:

-          Basta con que uno de los esposos no desee la continuación del matrimonio para que pueda demandar el divorcio, sin que el demandado pueda oponerse a la petición por motivos materiales, y sin que el Juez pueda rechazar la petición, salvo por motivos procesales. Se admite la disolución del matrimonio por divorcio sin necesidad de la previa separación de hecho o judicial. No obstante, se mantiene la separación judicial, para aquellos casos en los que los cónyuges, decidan no optar por la disolución de su matrimonio. Se refuerza la libertad de decisión de los padres respecto del ejercicio de la patria potestad.

También en este mismo año se aprobó el matrimonio homosexual. El Gobierno presentó el proyecto de ley ante el Congreso de los Diputados el día 1 de octubre del 2004. Todos los grupos parlamentarios, excepto el del Partido Popular y los diputados de Unió Democrática de Catalunya, se mostraron favorables a esta reforma. El 21 de abril del 2005, el Congreso de los Diputados aprobó el proyecto de ley, con 183 votos a favor, 136 en contra y tres abstenciones.

En 2010 se dio un paso más allá y se aprobó la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Esta ley tiene como objeto garantizar los derechos fundamentales en el ámbito de la salud sexual y salud reproductiva establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), regular las condiciones de la interrupción voluntaria del embarazo y establecer las correspondientes obligaciones de los poderes públicos.

Todas estas nuevas medidas siempre han llevado al aumento de la oposición de la Iglesia, ya que rompen totalmente sus líneas ideológicas. El cambio de mentalidad y de culturas ha repercutido para que normas que antes se consideraban totalmente irracionales en la actualidad se consideren necesarias. En la Iglesia no se ha producido este cambio o se ha producida débilmente y no acepta las novedades de la sociedad actual. A pesar de ello la Iglesia Católica siempre está relacionada con el poder en España.


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Francisco Javier Pavón Castro, cura obrero

Esta entrevista ha sido realizada para poder conocer más desde dentro el movimiento de los curas obreros.


1.      P: ¿Cuándo comenzó a trabajar para la iglesia?
R: Estudié los cursos en Roma porque fui becado por el Arzobispado de Toledo, allí nuestro Cardenal era Don Enrique Preindemier. Estuve ejerciendo de diácono y justo cuando iba a ser nombrado sacerdote dejé los estudios eclesiásticos.

2.      P: ¿Cuáles fueron los motivos por los que decidió dedicarse a la vida eclesiástica?
R: Llevar a cabo los estudios eclesiásticos era lo que más me llamaba la atención en ese momento y además era la única salida para la gente normal, ya que no había recursos económicos suficientes para pagarnos una carrera.
Cardenal Benelli


3.      P: ¿Cuándo dejó la profesión?
R: En el momento en el que dejé Roma. Cuando iban a nombrarme sacerdote decidí que no quería y se lo comuniqué a mi padre confesor, el Cardenal Benelli, que estuvo a punto de ser papa. Si él hubiera sido nombrado papa yo hubiera vuelto al seminario porque me habrían nombrado cardenal.

4.      P: ¿Cómo era la relación en ese momento entre el Estado y la Iglesia?
R: Muy mala. Yo tuve una época en el seminario en la que las Academias Solemnísimas de Toledo estaban presididas por  el cardenal Preindemier y el Ministro de Justicia. Dicho Ministro es quien llevaba las relaciones entre el Estado y la Iglesia y se trataba de una relación buena. Llegó un momento en el Franquismo en que el  sacerdote y hermano del Teniente General Díez Alegría se rebela contra Franco porque quiere que la Iglesia esté más cerca del pueblo y no del poder. En ese momento comienzan a surgir los conflictos y aparecen también el padre Llanos. Más tarde comienza una crisis con el padre Añoveros, Obispo de Bilbao, al cual se le ofrece un avión en Sondica para expulsarlo de España, pero Roma dice que si le expulsan el general Franco sería excomulgado y por eso termina quedándose, porque el general era la representación católica apostólica y romana más importante de occidente. El Ministro de Educación y Ciencia en 1954, Don Joaquín Ruiz Jiménez, demócrata cristiano y con mucha influencia italiana también se enfrentó al poder de Franco. En general siempre ha habido un conflicto muy importante. El poder estaba ligado a la Iglesia y como muestra de ello encontramos que muchos de  los Obispos españoles eran adeptos al régimen debido a que en España existía un privilegio para el Estado, que desapareció con el Rey Juan Carlos, era el de nombrar a los Obispos a través de una terna que enviaba Franco al Vaticano para que allí escogieran.  La relación Estado-Iglesia era muy buena de cara a la gente pero muy  mala interiormente.

5.      P: ¿Cree que la Iglesia estaba demasiado cerca del Gobierno?
R: Sí, sobre todo las altas jerarquías. El Papa Juan XXIII al finalizar la Guerra Civil se enfrentó al régimen de Franco, al igual que el siguiente Papa Juan Pablo VI para tratar de frenar la relación con el Gobierno.

6.      P: Como juicio personal ¿Debería ser la Iglesia un órgano más independiente?
R: Sí, no tiene por qué haber ningún tipo de relación entre la Iglesia y el poder. Está bien que cualquier tipo de creencia o Iglesia reciba subvenciones por parte del Estado, pero no por ello deben influirse mutuamente. La Conferencia Episcopal Española se mete en asuntos de Gobierno en los que no debería de meterse.

7.      P: ¿Piensa que es necesaria la Iglesia para que haya fe?
R: Sí

8.      P: ¿Podría existir la religión pero sin órgano de control?
R: No porque la religión es una Institución Jerárquica y sin orden jerárquico la disparidad de opiniones no llegaría a un consenso. La Iglesia debe actuar como órgano consultivo para marcar un orden.

9.      P: ¿Por qué la Iglesia se adentra tanto en temas de Gobierno?
R: La Iglesia es el único ente de mundo que vayas donde vayas, hasta al lugar más remoto, tiene un representante de la Iglesia. Todas las informaciones pueden llegar a los altos cargos gracias a la información que se distribuye desde abajo hacia arriba. Nadie tiene más información de cómo está el mundo que la Iglesia católica, por ello en determinados momentos puede hacer juicios de valor sobre algún país.

10.  P: El movimiento de los curas obreros fue uno de los que ayudó a impulsar a España hacia la modernización tras la dictadura y a ir frenando el régimen de franco. ¿Cuál es su postura ante este movimiento?
R: Los curas obreros tienen toda la razón de ser en su momento y ahora. Este movimiento ha derivado en la Teología de la Liberación, es decir, en mostrarse del lado del pueblo y de los más humildes. Uno de sus máximos exponentes y amigo mío es Ernesto Cardenal, Ministro de cultura de Nicaragua y jesuita, el representa la misión de la Iglesia que se pone del lado de quien debe, del menos favorecido.

11.  P: ¿Cree que la protesta obrera fue la mejor forma para llegar al cambio de la dictadura o que se podría haber hecho de otra manera?
Cárcel de Carabanchel
R: El cambio de la dictadura en España surgió porque el general Franco murió, si el general Franco no se hubiera muerto aquí no se mueve ni Dios, todo el mundo protestaba contra él pero nadie llegaba a levantarse en su contra. Por tanto, la protesta de los curas obreros no fue la razón por la que se llegó al cambio segurísimo, aunque si se hicieron muchas manifestaciones. Aquí en concreto, en la cárcel de Carabanchel, el Padre Salva, uno de los sacerdotes obreros más importantes de aquella época, estuvo encerrado por posicionarse en contra de Franco. Y esto sí que crea ya un conflicto entre la Iglesia y el Estado, aunque este tema no llega al pueblo, es decir, llega a cuatro sindicalistas, a cuatro comunistas, llega a cuatro señores del Partido del Trabajo, a la Liga Comunista Revolucionaria, es decir, llega a unos partidos existentes en aquella época, pero al pueblo llano, a lo que es la gente,  no le importa que el Padre Salva esté metido en la cárcel o que el Padre Llanos esté en Vallecas hecho polvo.

12.  P: Entonces, ¿se crearon cárceles para curas en aquella época?
R: Sí, estaban en Zamora.
Eso lo conocía quien estuvo en la cárcel, cuatro curas que estuvieron allí y nada más. Pero son muy pocos los curas que van a la cárcel, muy pocos, sencillamente porque Roma sí amenaza siempre al Estado español con la excomunión de los miembros que sean capaces de meter a un cura en la cárcel.
La iglesia tiene, por decirlo así, un foro especial jurídico, a un cura en cierta época no se le podía juzgar en un tribunal ordinario, como por ejemplo ahora mismo a los diputados no se les puede juzgar en un tribunal ordinario si no que tienen que ser juzgados en el Tribunal Supremo. 
Los curas eran como aforados, es decir, no podían ser juzgados por un Tribunal Civil.  En caso de que cometieran delitos, para poder juzgarles, había que obtener el permiso de la autoridad competente, y esa autoridad competente en este caso era el Obispo, quien dependía del Cardenal y el Cardenal de Roma. Por tanto, en Zamora hubo muy pocos curas.

13.  P: ¿Qué opina de que España sea actualmente un Estado aconfesional?
R: Me parece muy bien, perfecto. Debe haber una separación de poderes.
Montesquieu, que era más listo que nosotros, tenía una cosa muy clara, que era la separación de poderes. Alfonso Guerra, del Partido Socialista, en un momento dado dijo en España,  “Montesquieu ha muerto”. Para mí, una pena, porque Monstesquieu es uno de los padres de la democracia. Entonces creo que debe existir una separación de poderes.

14.  P: ¿Y qué opina de los matrimonios homosexuales, tanto desde un punto de vista personal como religioso?
R: Me parece muy bien. Sencillamente, la Iglesia nunca ha dicho si se tiene que casar un hombre con una mujer, o una mujer con una mujer o un hombre con un hombre, por tanto me parece muy bien. La libertad de conciencia está por encima de todo. Uno de los mayores crímenes del mundo, son las muertes por ideología, es decir, usted puede tener una ideología de que quiere contraer matrimonio con esta señorita de enfrente y yo, por ser el poder establecido de la Iglesia, no soy quién para juzgar esa ideología, este es el mayor crimen que ha cometido la Iglesia.

15.  P: ¿Usted sigue practicando el catolicismo a pesar de ya no estar trabajando en Roma?
R: A título personal no. No soy practicante, aunque sí creyente. Me gustaría ser no creyente, pero soy incapaz. Si realmente tuviera que deciros la verdad, os diría que soy cartesiano. Soy un auténtico seguidor de Descartes, siempre me encuentro por encima de la duda.

16.  P: ¿Nos puede detallar qué puestos ha desempeñado tanto en el Vaticano como fuera de él?
R: Eso es muy personal. Soy Licenciado en Filosofía y en Teología, en historias y en derecho. He desempeñado papeles de todo y de nada. Ahora soy obrero, pero cuando era cura era muy señorito. Yo era un niño muy intelectual, y lo sigo siendo, que conste. A mí no me cuelga la medalla nadie, me la cuelgo yo, sé hasta dónde puedo llegar y eso es muy importante, el decir yo valgo para esto o sé esto, no que venga nadie a decirte nada,  porque las influencias externas pueden ser muy malas en un momento dado. Cada cual somos conscientes de lo que somos y hasta dónde podemos llegar o hasta dónde hemos llegado. Entonces, yo sé hasta dónde podía llegar en el Vaticano, porque era un niño muy intelectual y porque estaba arropado por una de las personas más influyentes del Vaticano. Lo que pasa es que en un momento dado, que no viene a colación, yo lo dejo. Pero si el Cardenal Benelli, no hubiera muerto yo ahora mismo no estaría aquí, sería un eminentísimo Cardenal.

17.  P: Y cuando dejó el seminario, ¿A qué se dedicó?
R: Mi familia, en aquella época, era una de las familias más ricas de España, aunque llegó a la más absoluta miseria en un momento dado. Entonces comencé a vivir de las rentas. Llevo trabajando aproximadamente doce años, nunca antes había trabajado porque no tenía necesidad.

18.  P: Durante la dictadura, la Iglesia está del lado del Estado. ¿Cree que la Iglesia quería estar en el lado del poder?
R: Sí, totalmente. Se beneficiaban mutuamente. Pero no solamente en la época de la dictadura franquista, sino de siempre. La iglesia siempre ha estado muy ligada al poder político, y el poder político ha estado muy ligado a la Iglesia.

19.  P: ¿Es cierto que nunca ha existido una Guerra Santa?
R: Muchas, es decir, en el mundo no ha habido más muertes que en el nombre de Dios. Pero no solamente por la religión católica, apostólica y romana sino por todas las religiones.
En un momento dado, hay una influencia tan grande del poder político en la Iglesia y de la Iglesia en el poder político, que el imperio Sacro, que es Alemania, se impone a Roma. Cuando sucede esto, la Iglesia que es más lista y sutil que los gobernantes civiles, decide justificarse diciendo que tiene el poder de Dios, haciendo así que los demás estén supeditados a la Iglesia.
Habréis oído hablar de la Guerra de las Envestiduras, es sencillamente eso, que el poder político nombraba a los obispos, a los cardenales y hasta al Papa. Era mucha la influencia que existía.

20.  P: ¿Le gustaría que hubiese más juventud creyente?
R: Sí, porque creo que la gente tiene que tener una serie de principios que motiven el comportamiento de su vida, lo tengo más claro que el agua. No te voy a decir en qué tiene que creer la gente, pero si tener una creencia. Desde que el mundo es mundo, siempre se ha creído en algo superior. Realmente no existe ese superior, pero sí es realmente lo que motiva a mucha gente, el comportamiento que se tiene a lo largo de la historia.

21.  P: ¿Cree que los principios los da ser creyente?
R: Aunque seas la persona más atea (yo envidio a los ateos, porque son capaces de decir que no existe Dios y son capaces de demostrarlo).  Ahora bien, por muy ateos que sean, en un momento de su vida dicen “ahí Dios mio”. Esto es una reminiscencia del pasado, es una costumbre, pero realmente ocurre. Son unos tópicos que están ahí. Y esos tópicos están en cualquier tipo de civilización.
En cualquier pueblo de África el más inculto siempre acaba creyendo en un ser superior.
El hombre cuando nace tiene tres cosas que son innatas, lo que antiguamente se llama el derecho natural, que es el principio de la conservación, mantenimiento y procreación.  Yo conocí a un hombre que estuvo en el Amazonas, que decía que el principio biológico no se cumplía, porque si tú perteneces a la tribu A y yo a la B, al ser del mismo origen, yo no debería matarte a ti, sin embargo, si se mataban entre ellos. Es un principio, que a priori, cae.

22.  P: Bueno ¿la Iglesia escribe las leyes de Dios no?
R: Dios escribe las leyes y es la Iglesia quien las pone. Cuando Edipo rey mata a su hermano, dice que no lo entierra, que le deja en ese cruce de caminos, llega Antígona, que es la heroína del derecho, le dice a Edipo “has de saber una cosa, por encima de las leyes escritas de los hombres están las leyes no escritas de los dioses. “ Esto es el principio de Edipo.
La teología de a liberación es poner las creencias religiosas y los dogmas de la fe al servicio del más humilde.

23.  P: ¿Es la teoría sobre la que debería estar basada la Iglesia?
R: Ojalá fuera así. Es decir, se supone que es lo que debería hacer la Iglesia pero no lo hace. Por ejemplo, los cardenales de Roma son los únicos príncipes de la Iglesia que existen, a lo largo de la historia han existido ciento veintitantos, realmente tienen un modus vive en ti muy alejado de la gente. El cardenal arzobispo de Madrid, Roucco Varela, no conoce las inquietudes que tiene este barrio de Carabanchel. La Iglesia no interviene en la sociedad y antiguamente menos.

24.  P: ¿Cree que llegará el día en que la Iglesia esté relacionada directamente con el pueblo?
R: No, sencillamente porque según vas subiendo en el escalafón de la Iglesia, son tantas las preventas que recibe, que por un momento se creen por encima del bien y del mal.

25.  P: ¿La esencia de la Iglesia se encuentra en los representantes misioneros? 
     R: Un misionero pasa hambre, frío, calor, necesidades, dan la vida por unas ideas, mientras que el Vaticano no.

26.  P: ¿La riqueza corrompe también a la Iglesia?
R: Por supuesto, el nepotismo en este ámbito tiene mucha fuerza.

27.  P: Independientemente de la razón por la que dejó la práctica de la fe en el Vaticano ¿Se ha arrepentido en algún momento de su vida de abandonarlo? 
      R: No, no me he arrepentido nunca de lo que he hecho a lo largo de mi vida.

28.  P: ¿Está casado con su pareja?
R: No.

29.  P: ¿No cree en el matrimonio?
R: Si creo en el matrimonio pero no en el papel. Si algún día me caso es por la actitud egoísta del tema de las pensiones. Pero no voy a dejar de querer a mi mujer porque exista ese papel de por medio. “Sencillamente, ¿Por qué mi pareja no va a poder mamar de la teta del Estado si yo me muero el día de mañana?”

30.  P: ¿Le parece bien los beneficios económicos que se lleva la Iglesia?
R: Me parece muy bien, yo personalmente he dejado toda mi herencia a una institución religiosa.

31.  P: Pero, ¿qué beneficios le parecen bien?
R: Los beneficios que recibe la Iglesia del Estado, por ejemplo de mano de Caritas me parecen muy bien. Todo promovido por ONG. Simplemente por el hecho de que el Estado no puede llegar a toda la sociedad, y es la manera de financiar problemas sociales.

32.  P: ¿Cree que la propia Iglesia se descredita con sus actos?
R: Si, a mí personalmente me enerva ver las pensiones millonarias que se aseguran ciertos representantes eclesiásticos. La gente en este mundo miramos a los que están encima de nosotros y creemos que son nuestros representantes, pero nadie es perfecto.